
El disco duro es un componente de harware bastante macizo, pesado... y bastante delicado, que, como todo elemento de nuestro ordenador, necesita de una cierta atención.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que se

Con todo esto, la primera conclusión que se saca es que no es nada recomendable hacer movimientos bruscos del equipo si este está encendido, ya que hay que tener en cuenta que si bien las cabezas cuando no están leyendo o escribiendo se encuentran en una posición de reposo (en los discos muy antiguos había que aparcar los cabezales), un golpe o movimiento brusco pueden desplazar los cabezales, produciéndose el aterrizaje ya mencionado.
Con los discos externos debemos tener especial cuidado, ya que, aunque esté apagado, un golpe fuerte puede dañar el disco de forma irreparable.
También debemos asegurarnos de que tenga las menores vibraciones posibles, ya que un exceso de vibraciones en el disco duro puede llegar a dañarlo.
Otro factor muy importante es la temperatura de funcionamiento del disco. Un disco duro suele tener una temperatura de trabajo de entre 45º y 50º, con un tope operativo de sobre 60º. Unas temperaturas superiores a estas pueden causar un mal funcionamiento y, a la larga, provocar una avería. Es muy conveniente, sobre todo si nuestros programas o hábitos de uso del ordenador implican unos accesos al disco constantes y grandes, que le pongamos algún medio de refrigeración extra. Hay en el mercado disipadores diseñados especialmente para los discos duros que no son caros y van muy bien.
También es conveniente limpiarlo a menudo. Recordad que el polvo hace de aislante e impide una buena refrigeración.
Fundamental es que los voltajes que recibe sean los correctos (recibe tanto 12v como 5v), por lo que una buena fuente de alimentación y un estabilizador son dos cosas muy importantes para la salud de nuestro disco duro, aunque esto es común para todo el ordenador.
Un disco duro puede presentar diversas anomalías, generalmente corregibles:
-

- Espacio ocupado por archivos innecesarios.
- Clusters o cadenas perdidas.
- Direccionamiento cruzado de archivos.
- Copias 1 y 2 de la fat no coincidentes.
- Sector de arranque alterado o dañado.
- Sectores físicamente dañados.
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Cuando el espacio libre de un disco se acerca peligrosamente a cero, la PC entra en una fase de funcionamiento errático: se torna excesivamente lenta, emite mensajes de error (que en ocasiones no especifican la causa), algunas aplicaciones no se inician, o se cierran después de abiertas, etc.
Como factor de seguridad aceptable, el espacio vacío de un disco duro no debe bajar del 10% de su capacidad total, y cuando se llega a este límite deben borrarse archivos innecesarios, o desinstalar aplicaciones que no se usen, o comprimir archivos, o comprar un disco de mayor capacidad.
Todas las aplicaciones de Windows generan archivos temporales. Estos archivos se reconocen por la extensión .tmp y generalmente existe uno o varios directorios donde se alojan.
En condiciones normales, las aplicaciones que abren archivos temporales deben eliminarlos cuando la aplicación concluye, pero esto a veces no sucede cuando se concluye en condiciones anormales, o Windows se tarda o por una deficiente programación de la aplicación.
Windows incluye en la ventana de Propiedades de las unidades de disco duro un utilitario de limpieza. Existen otros utilitarios, como el Norton Utilities o el Norton Works que incluyen esta función. Pero si no se cuenta con ninguna de estas herramientas puede hacer una búsqueda de archivos temporales en todo el disco:
Inicio...Buscar...Archivos o carpetas, indicando: *.tmp. En el (los) disco(s) duro(s), seleccionando la casilla: Incluir subcarpetas.
Al finalizar la búsqueda indique en la misma ventana:
Edición...Seleccionar todo y pulse la tecla de Borrar.
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